
Solicita planes de contingencia, acuerdos con proveedores alternos y evidencia de pruebas de estrés. Analiza dependencia de una sola planta o ruta crítica. Evalúa tiempos de recuperación, mantenimiento preventivo y seguridad de inventarios. Verifica pólizas y coberturas. Donde existan interrupciones históricas, pide lecciones aprendidas y mejoras implementadas. Una logística resiliente sostiene promesas comerciales y evita penalizaciones contractuales, especialmente en picos estacionales o contextos regulatorios cambiantes que exigen mucha adaptación rápida y responsable.

Revisa cumplimiento laboral, horas, seguridad, sindicatos y subcontratación. Audita proveedores de segundo nivel. Comprueba licencias ambientales, manejo de residuos y emisiones. Un socio que cuida a su gente y entorno sufre menos interrupciones y escrutinio público. Exige planes de mejora medibles y reportes periódicos. Donde haya brechas, condiciona volúmenes o plazos a avances verificables. Integrar estos criterios protege la cadena y respalda compromisos con clientes que valoran sostenibilidad real y demostrable en auditorías.